El domingo, en el programa Santo y seña, una cirujana denunció a un colega por presunta violencia de género y malos tratos. El caso tuvo lugar en televisión en horario central porque a Álvaro Villar, uno de los candidatos del Frente Amplio a la Intendencia de Montevideo, en su rol como director del hospital Maciel, le tocó mediar en la situación.
La doctora presentó una denuncia policial contra su colega por malos tratos y violencia de género. Al pasar a la Justicia, la denuncia fue archivada. No se encontró mérito y la jueza actuante refirió a “un mal relacionamiento laboral entre dos profesionales”. El fallo sugirió que “resuelvan denunciante y denunciado sus problemas personales y que intervenga la dirección del hospital”.
Tras la difusión del caso, Villar reconoció públicamente que “pudo aprender que quizá los canales formales no son suficientes y que las denuncias de este tipo son mucho más complejas de lo que creemos. En su momento utilicé todas las herramientas que estaban a mi alcance e instrumenté las acciones formales que debía”. También dijo que “pudo haber hecho más”. Y agregó: “Aún quienes lo creemos no siempre estamos capacitados para entender las relaciones de poder y que es muy difícil dar respuestas formales a las denuncias de este tipo. Lamento que alguien se haya tenido que exponer para hacer una denuncia de este tipo y promoveré desde mi aprendizaje una manera de abordar la temática que nos permita ver siempre la perspectiva de las mujeres”.
El caso abrió paso para que muchas mujeres contaran en Twitter sus experiencias asociadas a distintos tipos de violencia de género en la Facultad de Medicina y otras áreas de la salud, bajo el hashtag #MeLoDijeronEnLaFmed. Mujeres Medicina, colectivo que encabezó la propuesta, también dispuso un “buzón abierto” en Instagram en el que recibieron diversas denuncias de abuso, acoso y otras formas de violencia de género en el ámbito de la medicina.
“Nos pareció importante dar pie a visibilizar esta problemática de género que en la vida de una estudiante y egresada de una carrera del ámbito de la salud es moneda corriente”, explican las integrantes del colectivo a la diaria. Para ellas, “visibilizar un hecho tan normalizado e invisibilizado da hasta escalofríos cuando te arrancás la venda”. “Así, incentivamos a todas las compañeras que quisieran contar sus testimonios a que lo hicieran, asegurándoles el anonimato. ¡Y vaya que lo hicieron!”, comentan, todavía impresionadas con la repercusión de la campaña espontánea.
Mujeres Medicina es un colectivo de estudiantes y egresadas de diversas facultades del área de salud de la Universidad de la República. Son mujeres que cursan o egresaron de la Facultad de Medicina, la Facultad de Enfermería, la Escuela de Tecnología Médica y la Escuela de Parteras.
El grupo surgió en 2019, tras un Congreso de Biociencias en que una de las integrantes del colectivo volvió sensibilizada con la cuestión de género y con la desigualdad a la que se enfrentan las mujeres en las ciencias de la salud.
Según cuentan las integrantes, “fueron numerosos sucesos que se dieron en forma paulatina” los que hicieron que hoy en día se haya conformado un grupo cuya inquietud está focalizada en “erradicar los problemas de género a partir de nuestro propio cuestionamiento”.
Identificaron una necesidad: “Crear un espacio para compartir ideas y fomentar una educación igualitaria para todas las mujeres”. Si bien destacan el avance de los últimos años en materia de género, consideran que “se debe seguir mejorando”, lo que redundará en un mejor rendimiento de las mujeres en sus carreras universitarias.
Principales líneas de trabajo
Actualmente están trabajando en varios proyectos con el objetivo de reducir la brecha de género evidente que identificaron. La creación de salas de lactancia y espacios de cuidados para niñas y niños en los centros de estudios y hospitales de estudio está entre las prioridades. “Tenemos que concientizar y visibilizar la necesidad de estos espacios para facilitar la inserción integral de las mujeres que son madres, reconociendo y validando la maternidad”, explican.
Junto a la Red de Psicólogas Feministas y la Red de Abogadas Feministas, trabajan en la creación de una red de contención y en la elaboración de un protocolo de actuación ante casos de violencia de género.
También están elaborando un artículo académico para la revista Anales de la Facultad de Medicina. El foco es visibilizar el “efecto tijera” y el “techo de cristal” al que se enfrentan las mujeres en las carreras asociadas a las ciencias de la salud.
Alumbrar lo que estaba oscuro
“La desigualdad de género es una problemática que existe y está alevosamente normalizada”, dicen las integrantes de Mujeres Medicina. “Esta misma sociedad es la que puso la profesión del médico en un lugar de estatus; ser hombre y médico significa tener un reconocimiento, un poder que está avalado por su formación profesional y, además, por su género”.
Según dicen, “se sabe que estas situaciones son comunes dentro del ámbito hospitalario”, por lo que los mensajes no les sorprendieron. “Muchas han tenido que renunciar a trabajar en aquello que les apasiona por no querer soportar esta clase de abuso, más sabiendo la falta de apoyo que hay en estos temas”.
Señalan que, a partir de la existencia de Mujeres Medicina, junto al trabajo de otras organizaciones en el tema, como es el caso de la Comisión de Género del Sindicato Médico del Uruguay, “la problemática comenzó a salir a la luz”. “Comenzó a resonar cada vez más entre estudiantado y profesionales”.
Recibieron una cantidad masiva de testimonios y denuncias sociales “anteriormente no formalizadas, e incluso naturalizadas, dentro de las instituciones académicas y el personal de salud”. “Estas personas confiaron en nosotras, se abrieron y volcaron sus experiencias de vida”, comentan.
Consultadas sobre la repercusión en cátedras y otros espacios formales, dicen que si bien no han recibido comentarios, cuentan con que “visibilizar la problemática sea la base de un cambio de paradigma en la institución, que haga pensar y repensar sobre las políticas de género que se manejan”. También que sea un aporte para desarrollar “planes de acción que no sólo amparen sino que impidan que estos sucesos se sigan repitiendo sistemáticamente”, y para esto es fundamental el accionar de las distintas cátedras que operan en las facultades.
“Empezar a cuestionarnos y dejar de normalizar accionares machistas ayuda a construir futuras y futuros profesionales que van a poder tomar las riendas de estas estructuras y cambiarlas”. Esto, según dicen, “implica un trabajo constante de deconstrucción”, dado que “este fenómeno se repite, está amparado por un sistema que lo reproduce y es, de hecho, el que lleva los hilos”.
Recibir cientos de denuncias, como colectivo feminista, “las movió”. “Empatizamos con cada caso, nos reconocimos en cada testimonio. Ninguna está ajena a esta problemática; si no lo viviste en carne propia, lo viste o te lo contaron”, explican.
“Son sentimientos de vulnerabilidad e impotencia que se despiertan producto de la situación de violencia establecida, que incluso nos limita en el accionar”. Dicen que a la agresión psicológica y laboral “se suma el abuso sexual al que están expuestas”. “No son casos aislados, la realidad nos golpea y nos hace repensar si alguna vez podremos tener un lugar seguro. Esta es nuestra realidad, la de estudiantes, de profesionales, de pacientes, todas mujeres”, reflexionan. Y agregan que “no hay ámbito en el que seamos respetadas, no hay ámbito en el que estemos seguras”.
Según consignan, “por ser mujeres estamos en constante riesgo, teniendo que demostrar que tenemos la capacidad para ocupar el lugar que ocupamos. Tenemos que demostrar que merecemos derechos”. Por todas estas cosas, creen que es su deber “no hacer la vista gorda y cambiar esta realidad, que es la de miles de mujeres”.
Tras la movilización, quedaron impactadas con la cantidad de mensajes: “Somos muchas, pero estamos juntas y nos estamos organizando”. “A cada mujer que nos hizo llegar su testimonio, le brindamos una escucha activa. Todo lo que nos contaron quedó en el anonimato. Incentivamos a que las compañeras se acerquen a los espacios de denuncia oficiales para que esto pueda tener un cambio sustancial, ya que entendemos que denunciando es la forma en que las autoridades tomen nota, ofreciendo las herramientas para que los testimonios y denuncias sociales se transformen en una denuncia formal dentro de los ámbitos que existen en Facultad de Medicina para trabajar estos casos”.
Saben que “esto no es nuevo, que se da desde hace años”, por lo que su voz “es también la voz de las mujeres que nos antecedieron” y es la voz que “lucha por las que vienen”.
Para asesorarte podés contactarte con las comisiones de género de las facultades o con los colectivos mencionados en la nota por medio de las redes sociales. En Twitter: @MujeresMedicin, @abogadasfeministas_red, y @psicofeministasuy.